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Autor Tema: Mustang vs. Corsarios(Centroamérica, julio 1969)  (Leído 7423 veces)
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« : 03 Agosto 2010, 08:18:43 »

Una descripción del conflicto entre las alas del Salvador y Honduras en la habitualmente denominada "Guerra del Futbol"



Mustang vs. Corsarios(Centroamérica, julio 1969)
LA ÜL TIMA PELEA ENTRE AVIONES CON MOTOR A PISTÓN
Por Hérard con SANTOS MÉNDEZ

Cuando Europa combatía su peor guerra del siglo pasado, las grandes masas de enormes cuatrimotores estadounidense y británicos cruzaban Europa occidental rumbo al corazón de Alemania. Los primeros en misiones diurnas y los segundos ocupándose de las nocturnas. A la USAAF le toco enfrentar la más cerrada defensa del III Reich: los aviones de caza y la "Flak", la artillería antiaérea. Sus formaciones recibieron tan gran castigo que se hizo evidente la necesidad de contar con un caza de altura para escoltar a los B-17. Con ese propósito a finales de 1944 hizo su aparición el P-51 "Mustang" de la North American, que con una autonomía de 3.347 km. con tanques externos y 6 ametralladoras Browning de 12,7 mm., arrebataron el dominio del cielo a la Luftwaffe germana.

Al otro lado del mundo, en el frente del Pacífico, los infantes de Marina estadounidenses conquistaban isla tras isla por lo que necesitaban desesperadamente un avión de apoyo a tierra pero que, a la vez, pudiera enfrentarse a los ágiles cazas cero japoneses. La respuesta fue el F4U Corsario con sus características alas de gaviota. Muy similar en cuanto a armamento al P-51D, constituyó junto a éste la pareja de aviones de combate más famosa de la Segunda Guerra Mundial en el campo aliado. Eso sí, nadie hubiera podido imaginar entonces que un cuarto de siglo más tarde ambos aparatos llevarían a cabo auténticas peleas de perros (dog fight), pero en bandos contrarios.


Descendientes de un gran linaje

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La última versión del P-51, la D, continuó construyéndose ya en los años cincuenta por la North American y en 1961 fueron rediseñados destinándoseles a operaciones de contrainsurgencia. Algunos los produjo la casa Cavalier Aircraft come Mustang F-51D pues para entonces su calificación había cambiado de Perseguidor (P), a Peleador (Fight), así que cuando la joven Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) adquirió seis de ellos en septiembre de 1968 lo que recibió fue, precisamente. F-51 D.


Pronto los pilotos se encariñaron con las nuevas monturas pues sus prestaciones eran excelentes aunque había que reconocer que pertenecían a una época pasada. la de los aviones a pistón. Al F-51 D lo propulsaba un poderoso motor Packard V1650-7 de 12 cilindros capaz de desarrollar 1.490 cv. a una velocidad de 703 km/h. Tenía una autonomía de 1.529 km. o de 3.347 con tanques auxiliares. Como el tanque interno de combustible había sido eliminado esa carencia fue compensada instalándole dos tanques auxiliares elípticos en las alas. El armamento consistía en seis ametralladoras Browning de 12,7 mm. y 550 d.p.m., más dos bombas o diez cohetes de alta velocidad bajo las alas.

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Junto a los F-51D se adquirieron veinte aviones de combate FG-1D, de la Change Vought, solo que construidos por Goodyear. En los mismos la letra F indicaba que eran cazas y la G recordaba a su fabricante, siendo 1D indicativo del modelo. El FG-1D Corsario disponía de un motor radial R-2800-81Y de 2.000 cv., de seis ametralladoras Browning M-3AC de 12,7 mm. (tres en cada ala), soportes capaces de llevar dos tanques auxiliares desprendibles o dos bombas, así como cuatro parrillas para cohetes bajo cada ala, amén de un tanque de combustible central desprendibles.

En 1965 las relaciones entre El Salvador y Honduras se habían enrarecido como consecuencia de problemas migratorios, económicos y políticos. La guerra se consideraba posible así que los mapas tácticos salvadoreños fueron puestos al día y a los entrenamientos de combate aire-aire se les dio prioridad.
Al otro lado de la frontera. la Fuerza Aérea Hondureña (FAH). con una tradición de poder político muy acusada. había adquirido en el periodo 1956-59 unos diez F4U-5 (-5N-5NL) que eran la última versión del Corsario. Se caracterizaba ésta por ir poderosamente armada —para la época—, con cuatro cañones de 20 mm. Otros diez F4U-4 recibieron ametralladoras de 12,7 mm., aunque sólo diez o doce del total estarían —cuando llegó la hora— disponibles para el combate. habiendo salido todos ellos de la fábrica Chance Vought antes mencionada.

El F4U 5NINL era capaz de cumplir misiones de ataque a muy baja altura El F4U 5NINL era capaz de cumplir misiones de ataque a muy baja altura. su motor R-2800-32W le  permitía alcanzar una velocidad de 739 km/h. y portaba una combinación de bombas y cohetes. Además, los pilotos hondureños poseían mejor entrenamiento que sus hipotéticos rivales salvadoreños debido a la homogeneidad de sus aviones y a su muy constante entrenamiento en combates aire-aire. Sin embargo, y pese al clima de tensión existente, fueron sorprendidos al estallar la guerra.

EL VUELO DE LAS ÁGUILAS

El último combate entre aviones de pistón estaba por comenzar. La FAS planificó desde el principio un ataque repentino contra las principales bases aéreas enemigas: Toncontín, Las Mesas, Catacamas y algunas pistas de aterrizaje secundarias. Se quería descargar un golpe demoledor en vista de la inferioridad numérica propia ya que los hondureños doblaban sus efectivos en materia de aviones de combate. Para ello se escogió el crepúsculo vespertino del 14 de julio de 1969.

A las 16:30 h., el comandante de la FAS. mayor Salvador Henríquez, ordenó el ataque a la flota de combate salvadoreña a la que se sumaron veinte aviones civiles modificados para lanzar bombas (granadas de mortero de 60 y 81 mm.). El centro de gravedad estaría en el aeropuerto internal cional de Toncontín donde esperaban desplumar a los aguiluchos hondureños, por lo que hacia allí aproaron cuatro F-51D Mustang, auxiliados por un C-47 también modificado para lanzar bombas y por un bombardero ligero B-26.

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A las 18:10 h. alcanzaron su objetivo, pero la escasa visibilidad y los problemas de reagrupamiento impidieron que la FAS ejecutase el plan ataque previsto. Parece ser que sólo cuatro aviones hondureños (entre ellos un C-47) resultaron alcanzados produciéndose desperfectos en las instalaciones y en la pista. La acción duró entre diez y quince minutos, tiempo insuficiente para apreciar los daños y continuar el bombardeo máxime cuando el crepúsculo vespertino había terminado por lo que los pilotos incursores se reagruparon para regresar a sus bases.
« Última modificación: 03 Agosto 2010, 08:20:57 por calquin24 » En línea

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"El único momento en que tienes demasiado combustible a bordo es cuando tu avión está ardiendo"
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« Respuesta #1 : 03 Agosto 2010, 08:20:00 »

PELEA DE PERROS

A las 05:00 h. del 15 de julio, dos parejas de Corsarios F4U-5N de la FAH atacaron la más importante base aérea salvadoreña, el aeropuerto de Ilopango, así como el puerto de Acajutla con su refinería. En Ilopango lanzaron bombas y ametrallaron el campo. El capitán Lobo Pérez, en patrulla de seguridad a bordo de un Mustang, no logró descender y enfrentar a los Corsarios pilotados por el mayor Colindres Corrales y el capitán Soto Henríquez, pero su compañero, el capitán Douglas Vladimir Varela, si pudo despegar bajo el fuego enemigo en su Mustang para presentar batalla. Sin embargo los hondureños, satisfechos por el bombardeo, rehuyeron el combate retirándose hacia el norte.

A la misma hora seis aviones de la FAS bombardeaban Toncontín. En la escuadrilla figuraba el capitán Reynaldo Cortés al mando de un FG-Dl que entabló un feroz combate con un Corsario de la FAH, que por desperfectos mecánicos tuvo que abandonar la acción. Sin embargo, los pilotos hondureños no se amedrentaron y el segundo teniente Roberto Mendoza Garay, a los controles de un T-28 armado con ametralladoras de 7,62 mm., se enzarzó en un cerrado duelo aéreo con el Corsario del capitán Cortés, logrando el hondureño dañar la parte trasera del empenaje, destruir la batería y provocarle heridas de esquirla al piloto.

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El día 17 de julio a las 11:30 h., dos Mustang F-51D salvadoreños, tripulados por los ya citados Varela Moreno y Lobo Pérez, volaban en misión de cobertura a los infantes del 11° Batallón cuando al sudeste del puente internacional del Amatillo, en el oriente del país, fueron objeto del ataque de dos Corsarios de la FAH (capitán Zepeda Andino y capitán Soto Henríquez).
Varela aceptó el duelo con el Corsario F4U-5N n° 609 que pilotaba Soto Henríquez. Tras cerradas maniobras de ataque y evasión los cañones de 20 mm. del hondureño impactaron en el fuselaje del Mustang de Varela, quien pudo abandonar la aeronave en paracaídas. Su avión caería en una zona de los bosques salados, aledaña al puerto de San Lorenzo, mientras que el piloto encontró una horrible muerte a manos de paramilitares hondureños de la llamada Mancha Brava, en la ciudad de Nacaome. Una muerte indigna para un caballero del aire.

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Ese mismo día, entre las 14:30 y las 15:00 h., una pareja de pilotos voluntarios salvadoreños fueron enviados, con sendos Corsarios FG-1D, a proteger el puente sobre el río Goascorán, en el oriente de El Salvador (capitán Reynaldo Cortés, Corsario n° 202, y Zeceña Amaya, Corsario n° 204). Ya de regreso, a la altura de San José la Fuente fueron sorprendidos por una pareja de F4U-5 hondureños (capitán Walter López Reyes y capitán Soto Henríquez, Corsario n° 609).  Este último inició una picada gracias a la cual pudo colocarse abajo y atrás del avión pilotado por Zeceña Amaya haciendo blanco con sus cañones de 20 mm. El piloto salvadoreño apenas tuvo tiempo de lanzarse en paracaídas. Acto seguido inició la persecución del segundo avión salvadoreño.

Henríquez (FAH), abordaron un furioso combate. Ambos eran de lo mejor con lo que contaban sus respectivas Fuerzas Aéreas y aún cuando en tácticas ambos demostraban encontrarse a la misma altura, el superior entrenamiento de los pilotos hondureños en maniobra de combate aire~ aire unido a las mejores prestaciones y armamento de sus aviones, inclinaron la balanza a su favor. El Corsario 609 FAH tomó altura y en una picada consiguió rociar de metralla el fuselaje y ala del Corsario n° 202 de las FAS. Una violenta explosión sacudió al avión precipitándolo a tierra. Posteriormente el capitán Cortés recibió los honores póstumos de Héroe por su abnegada entrega al servicio de la Patria.

El derribo de ambas aeronaves salvadoreñas solo le había tomado unos pocos minutos al capitán Soto Henriquez.


CONCLUSIÓN:


No hay duda que estos duelos aéreos entre Corsarios y Mustang por un lado y entre Corsarios de la Chance Vought y Corsarios de la Goodyear por otro, fueron los últimos entre aviones con motores de pistón, recreándose en los cielos centroamericanos, aunque a una menor escala, las batallas entre pilotos aliados y de la Luftwaffe en los cielos europeos un cuarto de siglo antes.

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El coraje, la entrega y las habilidades tácticas entre ambas fuerzas se encontraban equilibradas, pero lo que inclinó la balanza del lado hondureño fue que los Corsarios volaban en la FAH desde 1957 con lo que la experiencia acumulada por sus pilotos era, por tanto, mayor. La otra gran baza a su favor fue que los Corsarios hondureños correspondían a la última generación de estas excelentes aeronaves por lo que incorporaban los más modernos adelantos tecnológicos de la época y, en consecuencia, mejores prestaciones y un armamento superior. Recuérdese, por ejemplo, que los Corsarios 5N/L FAH montaban cuatro cañones de tiro rápido de 20 mm. de un mayor efecto mortífero que los calibres 12,7 mm. de los aviones de la FAS. En promedio, los F4U5N/L hondureños disponían de 800 cartuchos de 20 mm. por misión.


Fuentes:


Revista Defensa, Año XXIV. Número 283
-www.acig.org




Saludos amigos
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« Respuesta #2 : 31 Julio 2012, 10:19:43 »

Hasta ahora leo este post, que al parecer ya lleva su tiempo. De lo que se de este conflicto, ciñéndome a la guerra aérea, puedo señalar que intervinieron más aparatos de pistón, menos publicitados, como los T-28 Trojan y los AT-6, aviones de entrenamiento que ya habían probado fortuna en otros frentes, como Vietnam y Argelia, en manos de USA y Francia respectivamente.

También hay una serie de hechos relacionados con las batallas aéreas que al parecer por razones de espacio no fueron abordadas por los autores de este artículo, y que obligaron a recurrir al ingenio de los mecánicos de ambos bandos contendientes.

Si alguien está interesado en ampliar la información sobre estos combates de aviones de pistón en la segunda mitad del siglo XX, les recomendaría leer mejor el artículo del historiador guatemalteco Mario Overall, más completo, bastante imparcial y verdaderamente apegado a la realidad de los acontecimientos de esta guerra que jamás se debería de haber producido.

Dejo pues a continuación el link para aquellos que deseen leer el trabajo de Mario Overall:

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Un saludo para todos.

Rodolfo.
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« Respuesta #3 : 03 Agosto 2012, 09:11:40 »

Releyendo el artículo considero pertinente hacer varias aclaraciones:

1.- Durante el comienzo de la guerra el bombardeo a los aeropuertos hondureños fue un rotundo fracaso. Ni una sola bomba dio en el blanco. Nunca hubo cuatro aviones de la Fuerza Aérea Hondureña afectados por este ataque. Lean el artículo de Mario Overall, que es un historiador imparcial. El plan fue muy bien concebido por el alto mando de la Fuerza Aérea Salvadoreña, pero fue pésimamente ejecutado por sus pilotos. Mucho ruido para ninguna nuez, pues en ese ataque ni siquiera acertaron a poner una sola bomba sobre el asfalto de ningún aeródromo de Honduras.

2.- No está demostrado que el Capitán Varela muriera a manos de las ignominiosas manchas bravas hondureñas. Existen dos versiones encontrada, esa que sostienen algunos medios salvadoreños. La segunda versión dice que Varela murió al estrellarse su avión porque no pudo saltar del mismo. Esa es la tesis que sostienen los hondureños. Lo cierto es que no existe por ahora ninguna prueba contundente que permita sostener que Varela fue asesinado.

3.- Los problemas mecánicos señalados para un corsario hondureño durante el segundo bombardeo salvadoreño contra el aeropuerto de Tegucigalpa se debieron al calibre de las balas. Me explico: las balas se atascaban al disparar, impidiendo el uso de los cañones del avión. Ese problema se solucionó posteriormente calibrando las balas de fabricación inglesa, que eran las culpables del problema. Para la gradería queda que un T-28 haya estado a punto de derribar un Corsario FG1D, victoria que no se dio debido al escaso poder de las ametralladoras del T-28, que eran dos de 12,7.

4.- No se hace mención de que al final de la guerra la Fuerza Aérea Salvadoreña quedó fuera de combate: a los dos corsarios y el mustang derribados por Soto, habría que añadir el C-47 que fue seriamente averiado por el fuego de un corsario catracho, lo que lo dejó fuera de combate por el resto de la contienda. Y a ello habría que sumar otro corsario salvadoreño menos puesto fuera de combate por fuego amigo salvadoreño, otros dos mustang salvadoreños averiados por haber chocado en la pista, otro mustang menos que inexplicablemente terminó aterrizando en Guatemala. Todos esos fracasos, la moral baja por la muerte de dos pilotos salvadoreños, la pérdida de confianza del alto mando militar salvadoreño, hicieron que la Fuerza Aérea Hondureña gozara al final de la guerra de una incontestable superioridad aérea.

5.- Esa superioridad aérea permitió que algunos modelos de aviones de la segunda guerra mundial, como los AT-6, pudieran participar en operaciones de bombardeo contra posiciones salvadoreñas, sin encontrar ninguna oposición, en especial en el frente sur, en el que intervinieron además T-28 Trojan, corsarios y C-47, cuya participación fue vital para frenar allí el avance del ejército de El Salvador.

6.- Vale aclarar que los T-28 mencionados no eran ejemplares modificados por el ejército francés, sino aparatos norteamericanos. No se si todos eran T28-A, que era la configuración original de avión sw entrenamiento, o si eran T-28D, la versión modificada por el propio ejército norteamericano, inspirados en el ejemplo francés. Los franceses artillaron sus T-28 para utilizarlo contra las guerrillas argelinas, creando así el T-28 Trojan. Los norteamericanos copiaron la idea, y artillaron numerosos T-28A: los remotorizaron, les agregaron ametralladoras, porta bombas, y blindajes, y utilizaron estos aviones modificados como aparato de apoyo táctico ligero, y como avión especializado en la lucha contra las guerrillas, siendo especialmente usados en la guerra de Vietnam. Si no me equivoco, el aparato no cumplió las expectativas depositadas en él por el ejército norteamericano, que terminó vendiendo muchas de las unidades modificadas a ejércitos como el de Marruecos y Honduras.

Por lo demás, el ejército de Honduras fue superado en tierra, en especial en el frente de occidente, donde no pudieron repeler el avance del ejército salvadoreño. Al final fueron 2.000 muertos para nada. Eso si, mucho odio, que tardó décadas en sellarse. Fue una lucha fratricida, dado que Honduras y El Salvador habían estado estudiando la posibilidad de unirse para formar un solo país. Los ganadores de la contienda fueron las oligarquías locales, y los grandes perdedores los campesinos salvadoreños asentados en Honduras, que fueron expulsados por millares a su país de origen, donde jamás fueron bien recibidos por los terratenientes.
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