Una descripción del conflicto entre las alas del Salvador y Honduras en la habitualmente denominada "Guerra del Futbol"
Mustang vs. Corsarios(Centroamérica, julio 1969)LA ÜL TIMA PELEA ENTRE AVIONES CON MOTOR A PISTÓNPor Hérard con SANTOS MÉNDEZCuando Europa combatía su peor guerra del siglo pasado, las grandes masas de enormes cuatrimotores estadounidense y británicos cruzaban Europa occidental rumbo al corazón de Alemania. Los primeros en misiones diurnas y los segundos ocupándose de las nocturnas. A la USAAF le toco enfrentar la más cerrada defensa del III Reich: los aviones de caza y la "Flak", la artillería antiaérea. Sus formaciones recibieron tan gran castigo que se hizo evidente la necesidad de contar con un caza de altura para escoltar a los B-17. Con ese propósito a finales de 1944 hizo su aparición el P-51 "Mustang" de la North American, que con una autonomía de 3.347 km. con tanques externos y 6 ametralladoras Browning de 12,7 mm., arrebataron el dominio del cielo a la Luftwaffe germana.
Al otro lado del mundo, en el frente del Pacífico, los infantes de Marina estadounidenses conquistaban isla tras isla por lo que necesitaban desesperadamente un avión de apoyo a tierra pero que, a la vez, pudiera enfrentarse a los ágiles cazas cero japoneses. La respuesta fue el F4U Corsario con sus características alas de gaviota. Muy similar en cuanto a armamento al P-51D, constituyó junto a éste la pareja de aviones de combate más famosa de la Segunda Guerra Mundial en el campo aliado. Eso sí, nadie hubiera podido imaginar entonces que un cuarto de siglo más tarde ambos aparatos llevarían a cabo auténticas peleas de perros (dog fight), pero en bandos contrarios.
Descendientes de un gran linajeLa última versión del P-51, la D, continuó construyéndose ya en los años cincuenta por la North American y en 1961 fueron rediseñados destinándoseles a operaciones de contrainsurgencia. Algunos los produjo la casa Cavalier Aircraft come Mustang F-51D pues para entonces su calificación había cambiado de Perseguidor (P), a Peleador (Fight), así que cuando la joven Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) adquirió seis de ellos en septiembre de 1968 lo que recibió fue, precisamente. F-51 D.
Pronto los pilotos se encariñaron con las nuevas monturas pues sus prestaciones eran excelentes aunque había que reconocer que pertenecían a una época pasada. la de los aviones a pistón. Al F-51 D lo propulsaba un poderoso motor Packard V1650-7 de 12 cilindros capaz de desarrollar 1.490 cv. a una velocidad de 703 km/h. Tenía una autonomía de 1.529 km. o de 3.347 con tanques auxiliares. Como el tanque interno de combustible había sido eliminado esa carencia fue compensada instalándole dos tanques auxiliares elípticos en las alas. El armamento consistía en seis ametralladoras Browning de 12,7 mm. y 550 d.p.m., más dos bombas o diez cohetes de alta velocidad bajo las alas.
Junto a los F-51D se adquirieron veinte aviones de combate FG-1D, de la Change Vought, solo que construidos por Goodyear. En los mismos la letra F indicaba que eran cazas y la G recordaba a su fabricante, siendo 1D indicativo del modelo. El FG-1D Corsario disponía de un motor radial R-2800-81Y de 2.000 cv., de seis ametralladoras Browning M-3AC de 12,7 mm. (tres en cada ala), soportes capaces de llevar dos tanques auxiliares desprendibles o dos bombas, así como cuatro parrillas para cohetes bajo cada ala, amén de un tanque de combustible central desprendibles.
En 1965 las relaciones entre El Salvador y Honduras se habían enrarecido como consecuencia de problemas migratorios, económicos y políticos. La guerra se consideraba posible así que los mapas tácticos salvadoreños fueron puestos al día y a los entrenamientos de combate aire-aire se les dio prioridad.
Al otro lado de la frontera. la Fuerza Aérea Hondureña (FAH). con una tradición de poder político muy acusada. había adquirido en el periodo 1956-59 unos diez F4U-5 (-5N-5NL) que eran la última versión del Corsario. Se caracterizaba ésta por ir poderosamente armada —para la época—, con cuatro cañones de 20 mm. Otros diez F4U-4 recibieron ametralladoras de 12,7 mm., aunque sólo diez o doce del total estarían —cuando llegó la hora— disponibles para el combate. habiendo salido todos ellos de la fábrica Chance Vought antes mencionada.
El F4U 5NINL era capaz de cumplir misiones de ataque a muy baja altura El F4U 5NINL era capaz de cumplir misiones de ataque a muy baja altura. su motor R-2800-32W le permitía alcanzar una velocidad de 739 km/h. y portaba una combinación de bombas y cohetes. Además, los pilotos hondureños poseían mejor entrenamiento que sus hipotéticos rivales salvadoreños debido a la homogeneidad de sus aviones y a su muy constante entrenamiento en combates aire-aire. Sin embargo, y pese al clima de tensión existente, fueron sorprendidos al estallar la guerra.
EL VUELO DE LAS ÁGUILASEl último combate entre aviones de pistón estaba por comenzar. La FAS planificó desde el principio un ataque repentino contra las principales bases aéreas enemigas: Toncontín, Las Mesas, Catacamas y algunas pistas de aterrizaje secundarias. Se quería descargar un golpe demoledor en vista de la inferioridad numérica propia ya que los hondureños doblaban sus efectivos en materia de aviones de combate. Para ello se escogió el crepúsculo vespertino del 14 de julio de 1969.
A las 16:30 h., el comandante de la FAS. mayor Salvador Henríquez, ordenó el ataque a la flota de combate salvadoreña a la que se sumaron veinte aviones civiles modificados para lanzar bombas (granadas de mortero de 60 y 81 mm.). El centro de gravedad estaría en el aeropuerto internal cional de Toncontín donde esperaban desplumar a los aguiluchos hondureños, por lo que hacia allí aproaron cuatro F-51D Mustang, auxiliados por un C-47 también modificado para lanzar bombas y por un bombardero ligero B-26.
A las 18:10 h. alcanzaron su objetivo, pero la escasa visibilidad y los problemas de reagrupamiento impidieron que la FAS ejecutase el plan ataque previsto. Parece ser que sólo cuatro aviones hondureños (entre ellos un C-47) resultaron alcanzados produciéndose desperfectos en las instalaciones y en la pista. La acción duró entre diez y quince minutos, tiempo insuficiente para apreciar los daños y continuar el bombardeo máxime cuando el crepúsculo vespertino había terminado por lo que los pilotos incursores se reagruparon para regresar a sus bases.