Lo que dijo el presidente Ho era verdad. ¡Los F-4, F-8 y F-105 volaban muy rápido! Su velocidad máxima era de 2.560 kilómetros por hora, mientras que la de los MiG-17 era sólo de 1.160 kilómetros por hora, y nunca podíamos alanzar ese máximo porque se podían romper las alas. Cuando iba demasiado rápido todo el avión temblaba. Además teníamos que reducir la velocidad para disparar. Todos nuestros MiG-17 tenían veinte años o más. Su mecanismo era muy simple: tenía tres botones delante de mí; si quería utilizar las dos ametralladoras de las alas, presionaba un botón; si quería utilizar el cañón de la parte frontal, presionaba otro. Si quería utilizar los tres a la vez, presionaba el tercer botón.
Ahora que la guerra ha acabado quiero ser completamente honesto. Sólo tenía trescientos proyectiles del calibre 47. En unos pocos segundos de combate los agotaba. Pero la mayoría de las veces, cuando los pilotos nortamericanos nos veían desaparecían al instante. Nunca alcancé a ninguno. Volábamos prácticamente todos los días, pero rara vez tuve la oportunidad de luchar. Cuando descubría aviones estadounidenses siempre iban por encima de mí y ascendía para encontrármelos, pero no podía alcanzarlos.
En una ocasión un proyectil de un F-4 alcanzó una de mis alas. Sentí una gran explosión y me desmayé al instante. Mi avión cayó entre las nubes hasta llegar a dos mil metros del suelo. Normalmente, cuando un avión estadounidense te disparaba eras hombre muerto. Por suerte recobré la conciencia y logré aterrizar. Fui directo al controlador aéreo y le dije:
«¿Por qué no me has avisado que tenía un F-4 pisándome los talones?».Sin contar el
«Dien Bien Phu del cielo» [una expresión vietnamita para referirse a los «bombardeos de Navidad» de Richard Nixon sobre Hanoi y Haiphong en 1972], el período más violento de la guerra aérea fue probablemente el de abril y mayo de 1967. Por ejemplo, el 19 de mayo, cumpleaños del presidente Ho, Estados Unidos lanzó un ataque masivo sobre los cielos de Hanoi. Como respuesta enviamos más de treinta MiG. Aquel momento fue tan violento que por primera vez una de nuestras unidades antiaéreas derribó accidentalmente uno de los MiG. También hubo casos de fuego amigo entre pilotos estadounidenses. Sabemos que algunos aviones estadounidenses fueron derribados por misiles aire-aire y puesto que nuestros MiG no los tenían, tenían que provenir de aviones estadounidenses.
Después de haber derribado un F-4 no volvía tener miedo a ningún tipo de avión estadounidense. El factor psicológico es muy importante en cualquier enfrentamiento, especialmente en el aire. Los norteamericanos derribaron muchos de nuestros aviones, pero parte de mi confianza provenía del hecho de que si tenía que saltar en paracaídas aterrizaría en mi propio país. Un piloto estadounidense en la misma situación debía de sentirse muy asustado sabiendo que los vietnamitas le esperaban en tierra. Los bombardeos los enfurecían tanto que estaban dispuestos a matar al piloto con cualquier cosa que tuvieran a mano.
Muchas veces mis camaradas descendían en picado para disparar a un estadounidense que se había lanzado en paracaídas y yo les ordenaba que pararan. Les decía:
«No nos atacará de nuevo, dejadlo». En una ocasión, cuando intenté que un hombre de mi escuadrón no disparara, me dijo: «¿Por qué no? Ellos nos lo hacen a nosotros». Le respondí:
«Nosotros somos diferentes».
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EntrarDe izquierda a derecha: Luu Huy Chao, Le Hai, Mai Due Toai y Hoang Van, ases NorvietnamitasUna vez tuve la oportunidad de hablar con un piloto estadounidense veterano y le dije:
«Nosotros sólo éramos soldados, no provocamos la guerra». Los pilotos norteamericanos tenían que obedecer a sus comandantes, cierto, pero el sufrimiento que generó la guerra es inmensurable. Los muertos sólo son una parte; cada soldado que moría suponía sufrimiento para muchas otras personas: su padre, su madre, sus parientes y amigos... Fue una guerra muy trágica y generó consecuencias graves en los dos bandos, especialmente en el nuestro. Como piloto de combate no lamento haber derribado aviones estadounidenses, y los estadounidenses no deberían sentir haber derribado aviones vietnamitas. Era lo que se suponía que teníamos que hacer. Ahora mi único deseo es que no haya más guerras.
Fuentes:-“La Guerra de Vietnam” de Christian G. Appy
-"MiG-17 and MiG-19 Units of the Vietnam War "de István Toperczer
-www.lucbat.com/
Saludos