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EntrarMiguel Hernández, la breve y difícil vida del pastor de cabras que con su poesía iluminó al mundo*
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El último de sus gestos de dignidad fue rechazar el pedido de sus amigos:
–Arrepiéntete. Reniega de la causa republicana y del comunismo, y serás libre.
Pero no pactó con la humillación, con la derrota moral. Se fue diezmado por el tifus y la tuberculosis, después de eludir dos veces la pena de muerte gracias a sus amigos, intelectuales de vuelo, que lograron convertirlas en cadena perpetua.
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