II No lucha contra la agresión alemana, sino política de aislamiento de la URSSEl desarrollo posterior de los acontecimientos muestra aún más claramente que los círculos gobernantes de Inglaterra y Francia se dedicaban a alentar a Alemania y a empujarla hacia el camino de las conquistas al otorgar concesiones y favores a los estados fascistas que, en 1936, se habían agrupado en un bloque militar y político conocido con el nombre de
eje Berlín-Roma.
Al rechazar la política de la seguridad colectiva, Inglaterra y Francia adoptaron la actitud de una pretendida no-intervención, con respecto a la que Stalin decía:
...la política de no-intervención se puede caracterizar como que cada país se defienda de los agresores como quiera y como pueda, esto no nos afecta, vamos a comerciar tanto con los agresores como con las víctimas. Pero, en realidad, la política de no-intervención equivale a dejar hacer al agresor, a desencadenar la guerra y, por lo tanto, a transformarla en una guerra mundial (7).
El amplio y peligroso juego político iniciado por los defensores de la política de no-intervención puede acabar en un gran fiasco (8).
Desde 1937, estaba perfectamente claro que se iba hacia una gran guerra maquinada por Hitler, quién se beneficiaba del hecho de que Gran Bretaña y Francia le dejaban hacer.
La verdadera naturaleza de la política exterior anglo-francesaLos documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán incautadas por las tropas soviéticas desvelan la verdadera naturaleza de la política exterior de Gran Bretaña y Francia durante este periodo. Tal y como demuestran estos documentos, el fondo de la política anglo- francesa no consistía en agrupar a las fuerzas de los estados pacíficos para una lucha común contra la agresión, sino en aislar a la URSS y en dirigir la agresión hitleriana hacia el Este, contra la Unión Soviética, utilizando a Hitler como el instrumento de sus objetivos.
Al hacer esto, los gobiernos de Inglaterra y Francia conocían a la perfección la orientación fundamental de la política exterior hitleriana, y que el propio Hitler había definido de la siguiente forma:
Nosotros, nacional-socialistas, ponemos punto final, a sabiendas de lo que hacemos, a la orientación de nuestra política exterior anterior a la guerra. Comenzamos en el mismo sitio en que nos paramos hace seis siglos. Abandonamos el perpetuo deseo de expansión hacia el Sur y el Oeste de Europa, y volvemos nuestra mirada hacia las tierras del Este. Rompemos, en fin, con la política colonial y comercial de antes de la guerra y pasamos a la política territorial del futuro. Pero hoy, cuando hablamos en Europa de nuevas tierras, no podemos sino soñar en primer lugar en Rusia y en los estados limítrofes subordinados a ella. Parece como si el mismo destino nos mostrara el camino (9).
Hasta ahora, generalmente se había pensado que toda la responsabilidad de la política de traición de Munich incumbía a los círculos gobernantes de Inglaterra y Francia, a los gobiernos de Chamberlain y Dadalier. El hecho de que el gobierno norteamericano se haya encargado de publicar los documentos de los archivos alemanes, excluyendo de la recopilación los relativos al acuerdo de Munich, demuestra que este Gobierno está interesado en disculpar a los héroes de la traición de Munich y en intentar achacar la culpa a la URSS.
Impúdico tráfico de territorios ajenosTambién antaño estaba suficientemente claro el fondo de la política muniquesa de Inglaterra y Francia. Sin embargo, los documentos de los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán que están en poder del Gobierno Soviético, aportan numerosos datos complementarios que desvelan el verdadero sentido de la diplomacia de las potencias occidentales durante el periodo anterior a la guerra: muestran cómo se ha jugado con los destinos de los pueblos, con qué impudicia se traficaba con territorios ajenos, cómo se recortaba el mapa mundial en secreto, cómo se alentaba la agresión hitleriana y que esfuerzos hacian para orientar esta agresión hacia el Este, contra la Unión Soviética.
Esto está elocuentemente acreditado, por ejemplo, en el documento alemán que contiene el texto de una entrevista, celebrada el 19 de noviembre de 1937 en Oberssallzberg, entre Hitler y el ministro alemán de Asuntos Exteriores, von Neurath.
Halifax declaró que:
Él [lord Halifax] y los demás miembros del gobierno inglés estaban convencidos de que Hitler había obtenido grandes resultados no sólo en Alemania, sino que, además, al destruir el comunismo en su país, le había cortado el camino hacia Europa Occidental y que, por esta razón, se podía considerar a Alemania, con toda razón, como el bastión de Occidente contra el bolchevismo (10).
Halifax declaraba, en nombre del primer ministro británico que, con tal de que Alemania e Inglaterra se entendieran también con Francia e Italia, había plenas posibilidades de resolver incluso los problemas más difíciles.
Extensión del eje Berlín-Roma a Londres y ParísHalifax decía:
No hay que tener la impresión de que el eje Berlín-Roma o las buenas relaciones entre Londres y Paris tuvieran que desembarcar en un acercamiento germano-británico. Una vez preparado el terreno, gracias al acercamiento germano-británico, las cuatro grandes potencias de Europa Occidental, (11) deberán preparar conjuntamente la base sobre la que se pueda establecer en Europa una paz duradera. En ningún caso, ninguna de las cuatro potencias deber quedar al margen de esta colaboración; sino, no se podrá poner fin a la inestabilidad actual (12).
Así, desde 1937, en nombre del Gobierno inglés, Halifax proponía a Hitler la adhesión de Inglaterra y, al mismo tiempo, de Francia, al
eje Berlín-Roma.
Sin embargo, Hitler respondió a esta propuesta declarando que un acuerdo como éste, entre las cuatro potencias, le parecía muy fácil de realizar siempre y cuando se actuase de una buena voluntad y respeto mutuo, pero que las cosas se complicarían si no se consideraba a Alemania
como un Estado que ya no llevaba el estigma moral o material del Tratado de Versalles.
El realismo de Halifax y ChamberlainSegún el texto de la entrevista, Halifax respondió:
Los ingleses somos realistas y, quizás más que cualquier otro, estamos convencidos de que los errores de la imposición de Versalles se deben corregir. También en otro tiempo, Inglaterra ejerció siempre su influencia en este sentido realista. Halifax destacó el papel jugado por Inglaterra cuando la evacuación prematura de Renania, el arreglo de la cuestión de las reparaciones y la recuperación de Renania (13).
La continuación del texto de la entrevista de Hitler-Halifax demuestra que el Gobierno inglés había adoptado una actitud favorable a los planes hitlerianos de la
adquisición de Dantzing, Austria y Checoslovaquia. Tras haber examinado con Hitler las cuestiones del desarme y la SDN [Sociedad de Naciones], y haber observado que estos problemas necesitaban discutirse aún, Halifax declaró:
De todas las demás cuestiones, se puede decir que conciernen a cambios del orden europeo, los que se llevarán a cabo, con toda probabilidad, tarde o temprano. En relación con estas cuestiones figuran Dantzing, Austria y Checoslovaquia. Inglaterra sólo está interesada en una cosa: que estos cambios se lleven a cambio por medio de una evolución pacífica y que se puedan evitar los métodos susceptibles de ocasionar nuevos desórdenes que no desearían ni el Führer ni los otros países (14).
Se ve que esta entrevista no era un simple sondeo, una forma de tratar al interlocutor -lo que a veces es una necesidad política-, sino una conclusión, un acuerdo secreto entre el Gobierno inglés y Hitler, para satisfacer el apetito de conquista de éste a expensas de terceros países.
Conviene señalar a este respecto la declaración del ministro inglés Simon en el Parlamento, el 21 de febrero de 1938, donde dijo que Gran Bretaña jamás había dado garantía especial alguna sobre la independencia de Austria. Se trataba de una mentira manifiesta, puesto que dichas garantías estaban en los Tratados de Versalles y de Saint-Germain.
En la misma época, el primer ministro Chamberlain, declaró que Austria no podía contar con ningún tipo de defensa por parte de la Sociedad de Naciones.
No debemos intentar, dijo Chamberlain, caer nosotros mismos en el error y, menos aún, engañar a las naciones pequeñas y débiles, haciéndoles creer que la SDN va a defenderlas contra la agresión y que se podrá actuar en consecuencia, pues todos nosotros sabemos que nada de esto se puede llevar a cabo (15).
Así alentaban a Hitler los dirigentes de la política británica para que emprendiera las conquistas.
Henderson pone las bases de una verdadera y cordial amistad con AlemaniaLos archivos alemanes incautados por las tropas soviéticas en Berlín contienen también el texto de una entrevista entre Hitler y el embajador británico en Alemania, Henderson, que se celebró en presencia de Ribbentrop, el 3 de marzo de 1938 (16). Desde el principio de esta entrevista, Henderson subrayó su carácter confidencial, estipulando que ni siquiera comunicarían su celebración a los franceses, ni a los belgas, ni a los portugueses, ni a los italianos; simplemente se limitarían a decirles que esta entrevista era continuación de las conversaciones Halifax-Hitler y que se habían dedicado a tratar cuestiones relativas a Alemania e Inglaterra.
Durante esta entrevista, y hablando en nombre del Gobierno inglés, Henderson señaló que:
No se trata de una transacción comercial, sino de un intento de establecer las bases de una verdadera y cordial amistad con Alemania, comenzando por mejorar la situación y acabando por crear un nuevo espíritu de comprensión amigable (17).
Al no poner objeciones a las exigencias de Hitler de
agrupar a Europa sin Rusia, Henderson recordó que Halifax, que era ya en esa época ministro de Asuntos Exteriores, había aceptado ya los cambios territoriales que Alemania se disponía a hacer en Europa, y que:
Dio pruebas de un gran coraje cuando, a pesar de todo, arrancó la máscara a frases internacionales como la seguridad colectiva, etc.
Por ello, añadía Henderson, Inglaterra se declaraba dispuesta a descartar todas las dificultades y pregunta a Alemania si, a su vez, está dispuesta a hacer otro tanto (18).
Cuando Ribbentrop intervino en la conversación para señalar a Henderson que el ministro de Inglaterra en Viena había efectuado a von Papen una declaración
de tintes dramáticos sobre los acontecimientos de Austria, Henderson se apresuró a desolidarizarse de la declaración de su colega diciendo que él mismo, Neville Henderson,
se había pronunciado con frecuencia sobre el Anschluss.
Tal era el lenguaje de la diplomacia inglesa en el período anterior a la guerra.
Crisis de alarma de la URSS tras el AnschlussTras esta entente, desde el 12 de marzo de 1938, Hitler se apoderó de Austria sin enfrentarse a ninguna resistencia por parte de Inglaterra y Francia. En ese momento, la Unión Soviética fue la única en lanzar un grito de alarma y un nuevo llamamiento a la organización de la defensa colectiva de la independencia de los países amenazados de agresión. Ya el 17 de marzo de 1938 el Gobierno soviético había dirigido una nota a las potencias imperialistas, en la que se declaraba dispuesta
a emprender en la SDN junto a las demás potencias, o al margen de ella, el examen de medidas prácticas destinadas a frenar el desarrollo de la agresión y a suprimir el peligro más acuciante, el de una nueva carnicería mundial (19).
La respuesta del gobierno inglés a la nota soviética ponía al descubierto que dicho gobierno no quería oponerse a estos planes de agresión hitleriana.
Allí se dijo que, en opinión del Gobierno de su Majestad, realizar una conferencia para adoptar
acciones conjuntas contra la agresión no ejercería, necesariamente, una influencia favorable para las perspectivas de la paz europea (20).
La ocupación de Checoslovaquia por parte de Alemania fue el eslabón siguiente en la cadena de la agresión alemana y de la preparación de la guerra en Europa. Y este importante paso hacia el desencadenamiento de la guerra en Europa, Hitler únicamente lo pudo hacer con el apoyo directo de Inglaterra y Francia.
El 10 de julio de 1938, el embajador de Alemania en Londres comunicaba a Berlín que el gobierno inglés:
Había considerado la búsqueda de un compromiso con Alemania uno de los puntos esenciales de su programa y que dicho gobierno manifiesta hacia Alemania la máxima comprensión, exactamente la misma que podía manifestar cualquiera de los posibles equipos de hombres políticos ingleses (21).
Dircksen escribía que el gobierno inglés:
Se había aproximado bastante a la comprensión de los puntos más esenciales de las reivindicaciones fundamentales de Alemania: la eliminación de la Unión Soviética del acuerdo sobre el destino de Europa y, en ese mismo espíritu, el aislamiento de la SDN y la oportunidad de negociaciones y tratados bilaterales.
Dircksen mandaba decir igualmente a Berlín que el gobierno inglés estaba dispuesto a hacer grandes sacrificios para
satisfacer las demás reivindicaciones, totalmente justas, de Alemania.
Por ello, realmente se había producido una entente entre el gobierno inglés y Hitler, que iba aún más lejos, y que atañía a los planes de política exterior, lo que Dircksen señalaba en su informe dirigido a Berlín con tanta fuerza de expresión.
Checoslovaquia traicionada en Munich por sus aliados anglo-francesesApenas hay necesidad de recordar los incuestionables hechos que se refieren directamente a la traición de Munich. Sin embargo, no hay que olvidar que el 19 de septiembre de 1938, es decir, cuatro días después de la entrevista Hitler-Chamberlain (este último había ido en avión a la residencia hitleriana de Berchlesgaden), los representantes de los gobiernos británico y francés exigían al gobierno checoslovaco el traspaso a Alemania de las regiones de Checoslovaquia pobladas principalmente por alemanes de los Sudetes. Para justificar esta exigencia, declaraban que, sin eso, sería imposible mantener la paz y asegurar los intereses vitales de Checoslovaquia. Los protectores anglo-franceses de la agresión hitleriana intentaban cubrir su traición con la promesa de una garantía internacional de las nuevas fronteras del Estado checoslovaco como contribución a la obra del apaciguamiento de Europa[/I] (22).
El 20 de septiembre, el Gobierno checoslovaco respondía a las respuestas anglo-francesas. Declaraba que
la adopción de dichas propuestas equivaldría a una completa y voluntaria mutilación del Estado desde todos los puntos de vista.
El Gobierno checoslovaco llamaba la atención de los gobiernos inglés y francés sobre el hecho de que
la parálisis de Checoslovaquia traería como consecuencia profundos cambios políticos en toda Europa Central y en el Sudeste.
El equilibrio de fuerzas en Europa Central, y en Europa en general -declaraba el Gobierno checoslovaco en su respuesta-
se destruiría, lo que acarrearía graves consecuencias para todos los demás Estados, muy particularmente para Francia.
El gobierno checoslovaco hacia un
último llamamiento a los Gobiernos de Inglaterra y Francia; les pedía que reconsideraran su punto de vista, señalando, además, que esto no sólo iba en interés de Checoslovaquia, sino también en el de sus amigos, en interés
de la causa de la paz y de un normal desarrollo en Europa.
Los gobernantes anglo-franceses permanecieron impasibles. Al día siguiente, el Gobierno inglés enviaba su respuesta al Gobierno checoslovaco. En su nota, le proponía que retirara su respuesta a las propuestas iniciales anglo-francesas y que
sopesara con urgencia y seriamente los pros y los contras antes de crear una situación cuya responsabilidad no podría asumir el gobierno inglés. En conclusión, el Gobierno inglés señalaba no creía que el proyecto de arbitraje checoslovaco fuera aceptable en ese preciso momento. La nota señalaba que el gobierno inglés no pensaba que
el gobierno alemán considere la situación como susceptible de poderse resolver por la vía del arbitraje, tal y como propone el Gobierno checoslovaco.
En conclusión, la nota inglesa lanzaba una advertencia al Gobierno checoslovaco y declaraba en tono amenazante que, si el Gobierno checoslovaco rechazaba el consejo de Inglaterra,
le sería lícito recurrir a todo tipo de acciones, que considerara adecuadas a la situación que pudiera presentarse más adelante.
La Conferencia de Munich, acto dirigido contra la URSS y la pazLa conferencia de Munich, celebrada los días 29 y 30 de septiembre de 1938 entre Hitler, Chamberlain, Mussolini y Dadalier, fue el colofón de la vergonzosa transacción, enteramente concertada de antemano entre los principales participantes del complot contra la paz. La suerte de Checoslovaquia se decidió sin que ella participara en lo más mínimo en las decisiones tomadas. Los representantes de Checoslovaquia únicamente fueron invitados a Munich para esperar sumisamente las decisiones de la entente entre los imperialistas.
La actitud de Inglaterra y Francia no dejaba duda alguna, por otra parte, sobre este punto: el acto inaudito de la traición de los gobiernos inglés y francés, a espaldas del pueblo checoslovaco y su República, no era en modo alguno un episodio fortuito en la política de estos Estados, sino un importante elemento de la misma cuyo objetivo era orientar la agresión hitleriana contra la Unión Soviética.
En esta época, Stalin denunció el verdadero sentido de la Entente de Munich al decir que
se les ha dado a Alemania regiones de Checoslovaquia en pago a su compromiso de desencadenar la guerra contra la Unión Soviética (23).
La esencia de la política de los círculos gobernantes anglo-franceses durante este periodo se puso de manifiesto en las siguientes palabras de Stalin pronunciadas en el XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, celebrado en marzo de 1939:
La política de no-intervención -decía Stalin- equivale a tolerar la agresión, a desencadenar la guerra y, en consecuencia, a transformarla en Guerra Mundial. En la política de no-intervención subyace la aspiración, el deseo de no impedir que los agresores lleven a cabo su tenebrosa obra; de no impedir, por ejemplo, que Japón se enmarañe en la guerra con China y, mejor aún, con la Unión Soviética; de no impedir, sobre todo, que Alemania se empantane en los asuntos europeos, se enzarce en la guerra contra la Unión Soviética; permitir a todas las partes beligerantes hundirse hasta el cuello en el fango de la guerra, alentarles a ello hipócritamente, dejarles que se debiliten y se agoten mutuamente y, luego, cuando ya este suficientemente debilitados, aparecer en escena con fuerzas frescas e intervenir, naturalmente, ‘en interés de la paz’ e ‘imponer sus condiciones a los beligerantes debilitados’ (24).
El acuerdo de Munich fue acogido con indignación y con un contundente voto de censura en los círculos democráticos de diversos países, incluidos los Estados Unidos de América, Gran Bretaña y Francia. Se puede juzgar la actitud de estos círculos frente a la traición muniquesa de los gobernantes anglo-franceses tan sólo por comentarios como los que se encuentran, por ejemplo, en el libro publicado por M. Sayers y A. E. Kahn en Estados Unidos, bajo el titulo
La guerra secreta contra la Unión Soviética. He aquí lo que escribían los autores de este libro sobre Munich:
Los gobiernos de la Alemania nazi, de la Italia fascista, de la Gran Bretaña y de Francia firmaron el Pacto de Munich, la santa alianza antisoviética con la que soñaba la reacción mundial desde 1918. El pacto privaba a la URSS de todo aliado. El pacto franco-soviético, piedra angular de la seguridad colectiva europea, estaba muerto. El país de los Sudetes checo quedaba anexionado a la Alemania nazi. El camino del Este quedaba abierto para la Wehrmacht (25).
La Unión Soviética fiel a sus compromisosDe todas las grandes potencias, la Unión Soviética ha sido la única que ha tomado parte activa en todas las etapas de la tragedia checoslovaca, en la defensa de la independencia y de los derechos nacionales de Checoslovaquia. En sus intentos por justificarse ante los ojos de la opinión pública, los gobiernos de Inglaterra y Francia han pretendido hacernos creer, de manera hipócrita, que no sabían si la Unión Soviética cumpliría los compromisos con Checoslovaquia que se desprendían del tratado de asistencia mutua. Pero también afirmaban algo que sabían que era falso, pues el Gobierno Soviético había declarado públicamente que estaba dispuesto a intervenir al lado de Checoslovaquia contra Alemania, de acuerdo con las cláusulas de este Tratado que estipulaba la intervención simultánea de Francia en defensa de Checoslovaquia. Pero Francia se negó a cumplir con su deber.
No obstante, la víspera de la transacción de Munich, el Gobierno soviético declaró nuevamente que abogaba por la convocatoria de una Conferencia internacional para aportar una ayuda práctica a Checoslovaquia y tomar medidas prácticas para mantener la paz.
Cuando la ocupación de Checoslovaquia fue ya un hecho consumado, y los gobiernos de los países imperialistas declaraban uno tras otro que reconocían el hecho consumado, el Gobierno soviético, en su nota del 18 de marzo, condenó la ocupación de Checoslovaquia como un acto arbitrario de violencia y agresión. En esta misma nota, el Gobierno soviético señalaba que los actos de Alemania habían creado y reforzado la amenaza para la paz mundial, que
había turbado la estabilidad política en Europa Central, multiplicando los elementos del estado de alarma existente ya en Europa y dado un nuevo golpe al sentimiento de seguridad de los pueblos (26).
Pero no se limitaron sólo a entregar Checoslovaquia a Hitler. Los gobiernos de Inglaterra y Francia se apresuraron, a cuál más, a firmar ampliar acuerdos políticos con la Alemania hitleriana. El 30 de septiembre de 1938, Chamberlain y Hitler firmaron una declaración anglo-alemana en la que se decía:
Hemos proseguido hoy nuestra entrevista y hemos llegado unánimemente a la convicción de que la cuestión de las relaciones germano-inglesas tiene una importancia de primer orden para ambos países y para Europa. Consideramos el acuerdo firmado ayer por la tarde, al igual que el acuerdo naval germano- inglés, como el símbolo del deseo de nuestros pueblos de no declararse nunca más la guerra. Igualmente, estamos firmemente resueltos a examinar las demás cuestiones importantes para nuestros dos países, vía consultas, y a esforzarnos por descartar cualquier diferencia en el futuro, a fin de contribuir también a asegurar la paz en Europa (27).
Se trataba, por parte de Inglaterra y Alemania, de una declaración de no-agresión entre estos dos países.
El acuerdo Bonnet-RibbentropEl 5 de diciembre de 1938 se firmó una declaración franco-alemana entre Bonnet y Ribbentrop, análoga a la declaración anglo-alemana.
En ella se decía que loa gobiernos alemán y francés habían llegado a la convicción de que las relaciones pacíficas y de buena vecindad entre Alemania y Francia constituían una de las premisas esenciales de la consolidación de las relaciones europeas y de la salvaguarda de la paz mundial, y que ambos gobiernos se esforzarían todo lo posible para asegurar el mantenimiento de relaciones de esta naturaleza entre sus países. La declaración constataba que entre Francia y Alemania ya no existía ninguna cuestión en litigio de orden territorial y que la frontera entre sus países era definitiva. En conclusión, la declaración decía que los dos gobiernos habían adoptado la firme resolución, sin perjuicio de sus relaciones particulares con terceras potencias, de mantener un contacto mutuo sobre todas aquellas cuestiones relativas a sus dos países y para consultarse mutuamente en los casos en que esas cuestiones pudieran conducir a complicaciones internacionales en su evolución posterior.
En el fondo, la conclusión de estos acuerdos significaba que Inglaterra y Francia habían firmado pactos de no-agresión con Hitler.
Podemos ver con toda claridad cómo se perfila en estos acuerdos con la Alemania hitleriana, el deseo de los gobiernos inglés y francés de descartar la amenaza de la agresión hitleriana contra ellos, en la idea de que el acuerdo de Munich y otras conversaciones análogas ya habían abierto las puertas a la agresión hitleriana hacia el Este, hacia la zona de la Unión Soviética.
De esta forma se crearon las condiciones políticas necesarias para
la Unión de Europa sin Rusia. Se iba hacia el total aislamiento de la Unión Soviética.
III El aislamiento de la Unión Soviética, el Pacto germano-soviético de no-agresiónTras la ocupación de Checoslovaquia, la Alemania fascista comenzó a preparar la guerra abiertamente, bajo la mirada del mundo entero. Hitler, alentado por Inglaterra y Francia, ya ni disimuló y dejo de presentarse como un partidario de un arreglo pacífico de los problemas europeos. Comenzaban los meses más dramáticos del período anterior a la guerra. Ya en ese momento era evidente que cada día que pasaba acercaba a la humanidad a una catástrofe militar sin precedentes.
¿Cuál era entonces la política de la Unión Soviética, por un lado, y de Gran Bretaña y Francia por otro?
El intento de eludir la respuesta a esta pregunta, intento llevado a cabo por los falsificadores de la historia en Estados Unidos, sólo demuestra que no tienen la conciencia tranquila.
Doble juego de los gobiernos inglés y francésLa verdad es que Inglaterra y Francia, apoyados por los círculos dirigentes de Estados Unidos, continuaron manteniendo la antigua línea de su política, incluso en este fatal período de la primavera y verano de 1939, cuando la guerra golpeaba a la puerta. Era una política de provocación que empujaba a la Alemania hitleriana contra la Unión Soviética. Para dar el pego, se velaba esta política, no sólo con frases hipócritas en las que se declaraban estar dispuestos a cooperar con la URSS, sino también con ciertas maniobras diplomáticas bastante elementales cuyo objetivo era esconder a sus pueblos el verdadero carácter de la línea política seguida.
Estas maniobras consistieron, ante todo, en las conversaciones de 1939 que Inglaterra y Francia habían decidido emprender con la Unión Soviética. Para engañar a la opinión pública, los círculos dirigentes anglo-franceses intentaron presentas dichas conversaciones como un intento serio de impedir los progresos de la agresión hitleriana. Pero, visto el curso posterior de los acontecimientos, quedó claramente de manifiesto que, ya desde el principio, estas conversaciones no eran más que una nueva fase en el doble juego de los anglo-franceses.
Esto estaba igualmente claro para los dirigentes de la Alemania hitleriana para quienes no era ningún secreto, naturalmente, el sentido de las conversaciones iniciadas por los gobiernos de Inglaterra y Francia con la Unión Soviética. Veamos, por ejemplo, lo que escribía a este respecto Dircksen, embajador de Alemania en Londres, en su informe del 3 de agosto de 1939, dirigido al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, según los documentos incautados por el Ejército Soviético durante la derrota de la Alemania hitleriana:
Aquí predominaba la impresión de que los lazos establecidos en los últimos meses con los otros Estados sólo son medidas auxiliares de cara a una verdadera reconciliación con Alemania y que estos lazos desaparecerán tan pronto como se haya alcanzado el único objetivo importante y digno de esfuerzo: el acuerdo con Alemania.
Todos los diplomáticos alemanes que observaron la situación en Londres compartían enteramente esta opinión.
En otro informe enviado a Berlín, Dircksen escribía:
Por su armamento y consiguiendo aliados, Inglaterra quiere aumentar su potencia y ponerse al nivel del Eje. Pero, al mismo tiempo, quiere conseguir un acuerdo de amistad con Alemania por la vía de la negociación (28).
Fuentes consultadas:
(1) Corvin Edwards: Los cártels internacionales en la economía y en la política, 1947
(2) Richard Sasuly: I.G. Farben. Bont y Eger, Nueva York, 1917, pág. 80
(3) Stock Exchange Year Book, Londres 1925. Who in America, Who's Who in America Finance Moody's Manual of Corporation, Foor's Manual, 1924-1930.
(4) V Molotov: Artículos y discursos, 1935-36, pág.176
(5) V Molotov: Ibidem, pág. 177
(6) J. Stalin: Informe presentado al XVIII Congreso del Partido sobre la actividad del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Cuestiones del leninismo, pág.570
(7) Informe estenografiado del XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS; O. G. I.Z.
(8) Ibidem
(9) A. Hitler: Mein Kampf, Munich 1936, pág.742
(10) Texto de una entrevista entre el Führer, canciller de Reich y lord Halifax, en presencia de M. von Neurath, ministro de Asuntos Exteriores del Reich, en Obbersalzberg, 19-11-1937 (archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán).
(11) Se trata de Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia
(12) Ver: Texto de una entrevista entre el Führer, canciller del Reich y lord Halifax (ya citada en la nota 10)
(13) Texto de una entrevista entre el Führer, canciller del Reich, y lord Halifax, en presencia de M., ministro de Asuntos Exteriores del Reich, en Obberssalzberg, 19-11-1937 (archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán)
(14) Ibídem
(15) Times del 23 de febrero de 1938, pág. 8
(16) Texto de la entrevista entre el Fúhrer y el embajador real británico, que se celebró en presencia de M. von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del Reich, el 3 de marzo de 1938 en Berlín (archivos del ministerio de Asuntos Exteriores alemán)
(17) Texto de la entrevista entre el Führer (canciller del Reich) y el embajador real británico que se celebró en presencia de M. von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del Reich, el 3 de marzo de 1938 en Berlín (archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán)
(18) Ibidem
(19) Izvestia del 16 de marzo de 1938
(20) Nota del Ministerio de Asuntos Exteriores británico del 21 de marzo de 1938
(21) Informe Político de 10 de julio de 1938, continuación del informe A número 2589 del 10 de junio del año en año curso, sacado de los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán
(22) Correspondance respectiva Czecheslovakia, septiembre, 1983, Londres 1938, cid5847, pág.89
(23) XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Informe estenografiado O.G.I.Z. 1939, pág. 14
(24) XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Informe estenografiado O.G.I.Z. 1939, pág.14
(25) Sayers y Kahn: The Great Conspiracy, Boston, 1946, pp.321-325
(26) Izvestia, 20 de marzo de 1939
(27) Archiv für Aussenpolitik und Landerkunde septiembre 1938, pág.483
(28) Informe de Dircksen Sobre el desarrollo de las relaciones políticas entre Alemania e Inglaterra durante mi misión en Londres, redactado en septiembre de 1939.
Fuente del texto: Para ver el contenido hay que estar registrado.
Registrar o
Entrar