Interesante articulo sobre lo que esta pasando en Catalunya. Quiero decir que yo no estoy totalmente de acuerdo con lo que aqui se expone...ojo. Eso si entiendo que haya gente que asi lo vea, y que lo mejor sera llegar a algun tipo de acuerdo. En ultima instancia para nada intentaria imponer nada a nadie, igual que pienso que esta gente no puede imponer tampoco nada a nadie. Esto es basicamente lo que decimos en PODEMOS.....si hay que hacer un referemdum hagasmoslo y ganemoslo....osea convenzamos a esta gente de que juntos es mejor, pero no impongamos nada. El miedo a un Referendum para mi es tipico de las burguesias, castellana y catalana.....porque si lo pierden (osea si gana el NO, a ambas se les acaba el enganyo).
La Hiedra Durante más de un siglo las y los marxistas más destacados han debatido la manera de reaccionar a las opresiones y luchas nacionales, a veces protagonizando fuertes controversias entre ellos (como, por ejemplo, entre Luxemburg y Lenin). Guillem Boix, miembro de En lluita y de la CUP, enmarca estos debates en su contexto histórico y los examina para ayudar a posicionarnos ante las oportunidades y los desafíos del actual choque de nacionalismos en el Estado. Este artículo forma parte de una serie de análisis que se han publicado y se publicarán en La Hiedra. [També en català: Nació o classe? Les respostes del marxisme a la qüestió nacional]
El actual contexto de crisis va más allá de la crisis económica. Se trata de una crisis sistémica de escala internacional que además de la esfera económica se traslada también a la esfera política e institucional. En el Estado español, con el elemento central de la crisis de la deuda soberana, se está traduciendo en una profunda crisis de legitimidad del régimen forjado durante la transición. Un régimen basado en el neoliberalismo en la esfera económica y social y en la negación del derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas dentro del Estado en la esfera política y democrática.
El auge del Movimiento Independentista (MI) en Catalunya, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la cuestión nacional.
CiU intenta surfear la ola independentista para esconder su proyecto neoliberal y aun así esto no significa que el MI sea un movimiento instigado y motivado por la burguesía. De hecho, se trata de un movimiento popular transversal: “El MI no es un movimiento conservador ni puramente nacionalista. Es cierto que estas dos dimensiones existen dentro del MI, pero por el hecho de actuar en un marco tan amplio como es el movimiento de emancipación nacional quedan en constante colisión y pulsión con diferentes intereses de clase y procesos sociales”1
Nos encontramos ante la redefinición del bloque social progresista en Catalunya que por primera vez se posiciona de forma mayoritaria claramente a favor de la independencia.
Nación: Entre el mito y la realidad
El concepto de nación un concepto relativamente moderno y que va ligado al desarrollo del capitalismo. Aunque los diferentes nacionalismos intentan siempre construir un relato nacional arraigado en una lectura mitificadora de un pasado ancestral, los nacionalismos parten de una cultura e identidad previas a las que dan forma, no obstante, la realidad cultural y lingüística de las sociedades pre-capitalistas dista mucho de las realidades nacionales unificadas (con estado o sin él) que se desarrollarían con el triunfo de las revoluciones burguesas.
Esto es así porque el surgimiento del nacionalismo, como cualquier otra ideología, se basa en unas condiciones históricas y materiales concretas que permiten su nacimiento. En palabras de Marx, “no es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.”2 La nación moderna responde a unas necesidades concretas en el plano económico y en el proceso concreto del desarrollo del capitalismo.
Estado nación: Superestructura del capitalismo
El continente europeo había salido de la primera crisis del feudalismo a finales del siglo XV con la formación de estados dominados aún por el modo de producción feudal. Estos estados, con el auge del absolutismo se centralizan y aun así no encontramos entre su población un sentimiento de pertenencia a una comunidad lingüística o a una entidad territorial fijada de la que la población se sienta parte.
Los estados feudales van adaptándose a ciertos elementos de un capitalismo incipiente. Como apunta Davidson, “la importancia del desarrollo capitalista estaba menos en el campo de la producción y más en el de la circulación”3, así con el avance del mercado se crean de forma espontánea redes de comercio que se van convirtiendo en redes lingüísticas. Los primeros mercados internos y primeras sociedades de consumo facilitaron un proceso de unificación política y territorial en donde las personas y las mercancías pudieran circular libremente.
El éxito en trasladar a la esfera política la nueva conciencia nacional naciente, especialmente en las zonas donde primero se desarrolla el capitalismo y estallan, en el siglo XVII, las primeras revoluciones burguesas (Holanda e Inglaterra), ofrece un modelo que será seguido (o impuesto) a lo largo del planeta, asentando el Estado-nación moderno como “el modelo” y el nacionalismo como ideología política que permite una identificación con el proyecto estatal, no sólo por las clases dominantes, sino también para el conjunto de la población.
La perspectiva marxista sobre la cuestión nacional
Marx y Engels formaron parte de la ola revolucionaria de la década de los años 40 del siglo XIX, en un contexto marcado por la lucha por la construcción de los grandes estados capitalistas europeos, que representaban un progreso respecto a los viejos estados feudales. Este contexto es el que inicialmente les lleva a “menospreciar las aspiraciones de las nacionalidades […] que se encuentran dentro de los estados”4.
Tomaron de la filosofía hegeliana la idea de unas “naciones con historia” y otras “naciones sin historia” estas últimas condenadas a ser absorbidas por las primeras. En el Manifiesto Comunista escribieron: “Ya el propio desarrollo de la burguesía, el librecambio, el mercado mundial, la uniformidad reinante en la producción industrial, con las condiciones de vida que engendra, se encargan de borrar más y más las diferencias y antagonismos nacionales”.5 Pronto quedaría patente que en lugar de ser cosas opuestas, el capitalismo y la identidad nacional iban juntas. Y que poco tenían que ver los movimientos nacionales que ellos condenaban con los modernos movimientos nacionales.
A partir de 1860, empieza un viraje en la posición sobre la cuestión nacional. La libertad de separación de Irlanda que para Marx había sido siempre imposible pasaba ahora a ser inevitable. Porque mientras la clase obrera inglesa se alinease con su burguesía contra el pueblo irlandés seguiría atada a ella e incapaz de hacerle frente. De las lecciones sobre la cuestión irlandesa se desprende en Marx y Engels la distinción entre el papel del nacionalismo de la nación opresora y de la nación oprimida, como apunta Chris Harman “el nacionalismo de los trabajadores y trabajadoras pertenecientes a una nación opresora les une a sus gobernantes y sólo les hace daño a sí mismos, mientras que el nacionalismo de una nación oprimida puede llevar a luchar contra esos gobernantes”6.
El auge del imperialismo volvió a poner en el centro del debate la cuestión nacional a finales del siglo XIX. La escuela austro-marxista con Karl Renner y Otto Bauer como máximos exponentes tiene un impacto destacado. Especialmente después de la publicación de “La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia (1907)” de Bauer. En la obra, Bauer construye un nuevo enfoque sobre el nacionalismo y el mismo origen de las naciones. En su propuesta nación es la “comunidad de carácter” nacida de la “comunidad de destino”.
En el contexto del imperio austrohúngaro, de carácter multinacional, Bauer ataca con firmeza al internacionalismo “cosmopolita” que consideraba las naciones como un episodio anecdótico destinada a desparecer con el desarrollo del capitalismo. Según Bauer, el socialismo no solo no acabaría con las naciones, sino que sería precisamente en la nueva sociedad sin clases dónde las naciones podrían florecer con su máximo esplendor. Para Bauer, los socialistas debían abrazar el nacionalismo cultural, para evitar que las tensiones nacionales rompieran los grandes estados en formación porque estos eran necesarios, desde su punto de vista, para el desarrollo económico del capitalismo, hecho que permitiría el desarrollo de la clase trabajadora, única capaz de acabar con la sociedad de clases.
La visión de la nación de Bauer, que descarta la territorialidad en su concepción, llevará al socialismo austriaco a defender la “autonomía cultural” de las naciones que formaban el imperio. De acuerdo con el programa de la socialdemocracia, el respeto a los derechos nacionales del conjunto de pueblos sería garantizado por el propio estado una vez reformado y convertido en un estado plurinacional.
El problema con el planteamiento de Bauer es que no tiene en cuenta el vínculo del surgimiento de las naciones en el marco general de la lucha de clases. La defensa de los derechos de las minorías nacionales no depende de un programa o una constitución que los incluya sino sobre todo de la correlación de fuerzas que se da. Relegar al Estado central la defensa de los derechos nacionales no es ninguna garantía.
Por otro lado, la apuesta por la autonomía cultural acrecentó las tensiones nacionales dentro de las organizaciones obreras en el imperio austrohúngaro, esto llevó a la escisión, primero, del partido y, luego, de los sindicatos. La fórmula de la autonomía cultural significó la separación entre las filas obreras. Como denunció el revolucionario catalán Andreu Nin,
De hecho Nin, entiende que a pesar de un movimiento nacional catalán dominado por las organizaciones de la pequeña burguesía (ERC) la incapacidad de esa clase para ofrecer soluciones (no solamente en el caso de los derechos nacionales sino también en la reforma agraria y otros aspectos pendientes de la revolución democrático-burguesa en el Estado) facilitaría la hegemonía del proletariado y las organizaciones revolucionarias. El estallido revolucionario de 1936 vendría a confirmar esas tesis.
El advenimiento de la segunda república, que a pesar de las promesas federalistas, se acaba definiendo como “república integral” (forma ambigua de decir estado unitario) lleva a Maurín, que consideraba los movimientos de emancipación nacional como un factor revolucionario de primer orden a escribir:
Somos separatistas. Pero no separatistas de España, sino del Estado español. En España hay una pugna entre el estado y las nacionalidades oprimidas. Hay que desarticular el estado, romperlo, quebrantarlo. Sólo cuando el estado semifeudal esté destrozado podrá formarse la verdadera unidad ibérica, con Gibraltar y Portugal incluso17.Maurín, siguiendo la concepción acuñada por el republicano federal Gabriel Alomar18 distingue tres etapas de la evolución del movimiento nacional catalán. Una primera fase hegemonizada por la alta burguesía catalana que utiliza la cuestión nacional para arrancar concesiones al gobierno central al mismo tiempo que evita la erosión política por sus planteamientos antisociales. Una segunda fase dónde la dirección del movimiento, pasa a manos de la pequeña burguesía y una tercera fase que se alza sobre el fracaso de las negociaciones entre los representantes de la pequeña burguesía catalana con la gran burguesía española (que no está dispuesta a hacer concesiones) y que pone al proletariado como única clase capaz de resolver el problema de la única manera que pude hacerlo, la revolucionaria. Maurín considera que la implicación de la clase trabajadora en la resolución democrática de la cuestión nacional ayudará a constituir un “centro de convergencia entre la Catalunya obrera y campesina y la Catalunya democrática”19.
Crisis y nacionalismo
El Estado nación es la forma típica de administración política asociada al capitalismo. Desde este punto de vista, no es extraño que la ideología nacionalista siga formando parte de la conciencia de las personas, por cómo responde a la experiencia diaria de las vidas bajo el capitalismo. Además el nacionalismo no es algo que “pasa” en momentos de auge de los movimientos independentistas, el sistema capitalista refuerza el nacionalismo como condición necesaria para su propia supervivencia.
El contexto de crisis actual refuerza el auge de los nacionalismos. En el caso del Estado español la crisis está siendo utilizada por parte del gobierno del PP, con el apoyo de sectores del PSOE para emprender una recentralización estatal que responde a la lógica centralizadora de la austeridad. Esto vestido con un refuerzo del nacionalismo español como justificación ideológica. Al mismo tiempo, las comunidades autónomas, especialmente allí dónde más competencias se han traspasado, ven amenazadas su propia capacidad de gestión. La crisis económica tensiona las relaciones entre las elites económicas. Las burguesías “periféricas” utilizan el conflicto nacional para esconder sus políticas neoliberales. La aproximación a las tres fases del movimiento en Catalunya, definida por Alomar20, no debe ser vista como una categorización aplicable exclusivamente al contexto histórico del primer tercio del siglo XX. Hay elementos de esa visión que caracterizan la situación actual (por ejemplo el crecimiento de ERC en detrimento de CiU21). Por eso en el actual contexto es importante que desde la izquierda anticapitalista se ponga en el centro de la política la defensa de la autodeterminación y la independencia. El miedo a la confrontación con el Estado puede llevar al replegamiento de los sectores más moderados del MI, esto pude abrir nuevas vías en las que la defensa de la independencia desde posiciones democráticas y sociales vaya ganando hegemonía, abriendo las posibilidades de desarrollo de proyectos de ruptura no ya solamente con el Estado español sino con el capitalismo.
El crecimiento del independentismo en Catalunya forma parte de la respuesta social a la crisis. Para construir una política de clase y anticapitalista que ponga sobre la mesa elementos clave de la salida anticapitalista de la crisis como el no pago de la deuda, la colectivización de las empresas estratégicas, etc. Hace falta plantear esas demandas no como contrapuestas a las demandas “nacionales” sino como confluyentes con el proyecto democrático-emancipador.
Notas:
1 En lucha, 2012: La cuestión nacional catalana. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar2 Marx, Karl, 1859: Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar3 Davidson, Neil, 2007: ‘“Reimagined Communities’, International Socialism, nº117, diciembre 2007 ” Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar4 Citado en Pastor, Jaime, 2012: Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda. Madrid, Viento Sur-La Oveja Roja. pp. 42-69.
5 Marx, K. y Engels, F., 1848: Manifiesto del Partido Comunista. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar6 Harman, Chris, 1992: ‘The return of the national question’, International Socialism, nº 56, otoño 1992 Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar7 Nin, Andreu, 1935: Els moviments d’emancipació nacional, Barcelona, Base. pp. 93-94
8 Stalin, José, 1913: El Marxismo y la cuestión nacional. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar9 En el sentido en que la definición se basaba básicamente en los aspectos económicos (desarrollo del capitalismo).
10 En este periodo los revolucionarios se autodenominaban socialdemócratas.
11 Luxemburg, Rosa, 1908: La cuestión nacional y la autonomía.
12 Harman, C., 1992: op cit.
13 Luxemburg, R., 1909: The National Question. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar14 Lenin, Vladimir I., 1914, El derecho de las naciones a la autodeterminación. Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar15 Este desarrollo desigual no se dió solo por la dinámica económica: factores políticos intervinieron forzando, por ejemplo, el subdesarrollo en Andalucía. Ver: En Lucha Sevilla, 2010: La cuestión nacional andaluza (2011). Disponible en: Para ver el contenido hay que estar registrado.
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Entrar16 Nin, Andreu, 1935: op cit.
17 Maurín, Joaquim, 1931: “En torno a la cuestión nacional”, La Batalla. Citado en: Riottot, Yveline, 2004: Joaquim Maurín o la utopia desarmada. Gobierno de Aragón. p. 178
18 Martín Ramos, J.L., 2005: “Marxisme i qüestió nacional a Catalunya, de les formulacions doctrinals fins a la Guerra Civil” a Albareda, J., et al: Catalunya en la Configuració política d’Espanya. Reus: Centre de lectura de Reus. p. 192.
19 Maurín, J., 1934: “Pel restabliment íntegre de l’Estatut, Avant!” Citado en: Riottot, Y., 2004: op cit. p 187.
20 Martín Ramos, J.L., 2005: op cit.
21 CiU no sólo ha perdido apoyo en la pasadas elecciones del 25 de noviembre de 2011 por su política social (aunque sea un factor importante), también por su ambiguo discurso nacional, evitando hablar de independencia.
Senyalo en negrita algunos pasajes de especial interes para mi. Para ver el contenido hay que estar registrado.
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